30 de diciembre de 2011

Las doce uvas de la suerte


Noche vieja. La noche que muchos esperan para poder finalizar una etapa de sus vidas. Despides año, igual que despides recuerdos y personas. Es una tontería, la llegada de un año nuevo no te va hacer más feliz o más infeliz. Es un día como otro cualquiera.

Eso es lo que la mente de Tamara no dejaba de repetir en su cabeza. Las 23:57h, le faltan 3 minutos para comerse las uvas. Nada más que por tradición. Este año no le apetece celebrar nada. Mira a su alrededor, a su familia. Sus padres, su hermana, sus tíos, sus primos y sus abuelos. Y a pesar de lo mucho que les quiere, no siente nada de felicidad.

Mira su móvil, inquieta, esperando ver una llamada o un mensaje. Pero nada, no hay nada. Tamara se siente incluso más triste. Comienzan las campanadas. Todos empiezan a comer. Unos se ríen, otros se atragantan, otros dejan de comer. Pero Tamara tiene la mirada fija en la pantalla del televisor, comiendo las uvas una a una.

Terminan, y antes de levantarse para felicitar a su familia suena su móvil. Un mensaje. Tamara lo abre, y una gran sonrisa se dibuja en su rostro. “Asómate a la ventana”. Sin soltar el móvil, va corriendo a la ventana que da a la calle. Y allí está él, con un ramo de rosas y con una tímida sonrisa.

Tamara sale corriendo de la casa, sin decir una palabra a los demás. Baja deprisa las escaleras hasta terminar en el portal, donde está él. Se quedan unos segundos mirándose fijamente a los ojos. Aquel momento no podía ser más feliz. Él la estrecha entre sus brazos y la besa con dulzura en los labios.
-Feliz año nuevo, pequeña.

26 de diciembre de 2011

Te necesito aquí conmigo


Hace días que no contesta a mis llamadas, a mis mensajes, a mis e-mails, a mis whatsapp. Es como si el mundo se lo hubiera tragado. Ni siquiera está en los bares que siempre frecuenta, ni tampoco sus amigos saben de él, igual que yo. Y por eso estoy yendo a su piso, donde espero poder encontrarle. Pico una vez al timbre. Nada. Segundo intento. Cogen el interfono.
–¿Sí? –es su hermana, Alicia.
–Alicia, soy Sara. ¿Está tu hermano en casa? Necesito hablar con él, es importante.
–Sí, claro. Un momento–. Cuelga el interfono. Pasan unos segundos, aunque están siendo eternos.- Sara, dice que no quiere hablar contigo. Dice que te marches–. Aún no puedo creer lo que he oído. ¿Qué me marche? ¿Que no quiere hablar conmigo? ¿Cómo es posible?
–Alicia, es importante. Por favor–. Pasan por lo menos dos minutos y ella no ha dicho nada. Veo que es un negativo por su parte, así que me marcho. Doy media vuelta, y oigo como la puerta se abre. Le debo una noche de fiesta a Alicia, o dos, o las que ella quiera. Subo al piso, y allí está ella esperándome.
–Las mujeres debemos de ayudarnos entre nosotras.
–Gracias–. No hace falta que me guie hasta su cuarto. He estado millones de veces en este piso. Podría llegar incluso con los ojos cerrados. La puerta está abierta, y le veo de espaldas. Mirando por la ventana, como si estuviera vigilando. –Tomás–. Él se da la vuelta y noto una gran decepción en su mirada.
–Vete, por favor–. Me indica que me vaya, pero no me muevo.
–No pienso irme hasta que me digas que pasa.
–Vete.
–No, no voy a irme–. Me siento en la cama y saco de mi bolso un libro de Paulo Coelho. Empiezo a leer.
–De acuerdo, tú verás lo que haces–. Vuelve a observar por la ventana y no dice nada más. [...] No sé si el tiempo pasa muy lento o es que yo leo demasiado rápido, pero ya llevo leídas más de 100 páginas. Y Tomás ni siquiera se ha movido del sitio, sólo para encenderse un par de cigarros. No entiendo su comportamiento, no entiendo que le ha pasado. De reojo veo que se mueve, me está mirando. Prefiero dejar fija la mirada en el libro. Se levanta y se sienta a mi lado. Cierro el libro. Le miro a los ojos, siento como si él tuviera un nudo en la garganta. Me besa durante un largo rato, y después me abraza fuerte.
–No sabes cómo me estás complicando la vida–. Dice finalmente. Se separa de mí y se sienta de espaldas, otra vez. Despacio me siento a su lado. Y sonríe.
– ¿Por qué? ¿Qué he hecho?
–Te quiero–. Pronuncia rápido, como si no quisiera que me enterase.
– ¿Y eso es malo? Sabes que yo también te quiero.
–Mira, eres especial. No sólo para mí, para todos. Eres una persona única, y cualquiera que tenga la oportunidad de compartir contigo unas palabras, ya puede sentirse alguien afortunado. Y conmigo, eres increíble. Estás para mí cuando lo necesito, incluso cuando no. Cuando cometo errores, en vez de enfadarte y darme la espalda, me ayudas a aprender. Y, joder, desde que te conozco has cambiado mi vida al completo. Me da miedo sentir todo esto, Sara, de verdad.
– ¿Por qué tienes miedo? Querer a una persona y que seas correspondido, creo que... no hay nada mejor. No sabía que sintieras esto por mí, pero, es muy bonito.
–Tengo miedo porque no te quiero dejar escapar, y sé que eres libre de hacerlo en cuanto tengas oportunidad. Y tengo miedo, porque eres la mujer con la quiero compartir el resto de mi vida. Te necesito aquí conmigo.
–No te voy a dejar, nunca. Eres cabezota y te gusta llevarme la contraria, pero sé que siempre piensas primero en mí. Tienes cualidades que nunca imaginé que tendría una persona, y a pesar de parecer un macarra tienes un corazón enorme. Me gustas tal y como eres, y no cambiaría nada de lo que tenemos. Te quiero más de lo que he querido nunca a nadie.

21 de diciembre de 2011

Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes


Sábado por la mañana. Se despierta a causa de los rayos de luz que entran por la ventana. Mira a su lado, no hay nadie. Toca la almohada para poder recordar cómo era acariciar su pelo mientras ella dormía, pero no puede. Desde ese instante, sabe que hoy es de esos días en los que no debes salir de la cama. Aunque en su caso es mejor salir, pues toda su habitación no hace más que recordar cada momento vivido ahí
.
Se viste con la misma ropa que el día anterior y sale de casa. Cada rincón de ese lugar hay una pequeña historia de ellos dos. Él nunca las vio, ni les tomó importancia hasta ese momento. Sabía que había cometido el error más grande de su vida.

Camina por la calle, a paso lento. Se estremece al darse cuenta de que ya no está a su lado cogiéndole de la cintura, ni haciéndole cosquillas. Se acuerda de su sonrisa malvada, cuando le hacía enrabiar para provocar que fuera corriendo tras ella. Momentos en los que de verdad era feliz, pero hasta ese día no se dio cuenta.

Y allí estaba ella, en su portería. Con una preciosa sonrisa, abrazando a su nuevo amor. Sin poder evitarlo, un par de lagrimas salen de sus ojos al ver como otro hombre besa a su pequeña. Recuerda con la ternura de como ella le estrechaba entre sus brazos y le hacía sentir la persona más afortunada del planeta.

Pero todo eso se acabó, son solo más que recuerdos. Y se lamenta de haber sido tan estúpido de no haber visto la oportunidad tan grande que la vida le había dado. Vivirá pensando en lo que pudo haber sido y no fue, todo por su culpa. Sabe que la ha perdido para siempre, igual que sabe que nunca volverá a sentir lo mismo por otra mujer.

16 de diciembre de 2011

Miedo + 1 añito!

El miedo, ese gran enemigo nuestro que nos paraliza todo el cuerpo, impidiendo conseguir lo que deseamos. Algunos lo combaten, otros no. Raquel ha sido una de esas personas que se ha enfrentado cara a cara con su mayor miedo. Un miedo que le hacía llorar durante horas, sintiéndose como una completa imbécil por no poder realizar lo que quería, encerrada en su habitación sin ganas de saber del mundo. El miedo fue capaz de consumirla y dar de lado a cualquier problema. Pero todo eso se acabó, porque ahora es Raquel quien le da espalda a ese miedo. Ha terminado con él, ella decidió cuando y como.
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79 seguidores en blogger, 52 en facebook, 114 en tuenti, 6200 visitas, 365 días en el aire. 
Hoy, Lacrime Nel Buio, cumple su primer añito en Internet! 
Gracias a tod@s que siguen el blog y hacen posible que siga vivo. 
Espero poder decir lo mismo dentro de un año (y de más a ser posibles, no?). 
Pero, lo más importante, gracias por sacarme lagrimas de felicidad 
cada vez que conecto en blogger!

10 de diciembre de 2011

Todo lo que necesito


Aún recuerda la primera vez que le vio. Algo inesperado. Un pequeño instante que cambiaría sus vidas al completo. Recuerda como sus ojos verdes no dejaban de observarla a cada paso o gesto que realizaba. Recuerda su primera conversación, entre bromas y risas. Recuerda aquel instante como si hubiera pasado hace un par de días, y no puede evitar disimular una pequeña sonrisa tímida.


Se sonroja, pensando en la de veces que había negado que el destino les había unido por alguna razón. Dando la espalda a lo que sus sentimientos podían sentir, por miedo a volver a ser herida. Y solo necesitó una mala jugada del destino en su contra. La sensación de sentir como le perdía ayudó a su subconsciente a darse cuenta de la realidad. Despertó de repente de un sueño simple, sencillo... pero de un sueño donde ellos dos eran los protagonistas.

Un nuevo sentimiento le recorrió todo el cuerpo el saber lo que estaba pasando. Confundida, asustada. Las cosas estaban cambiando poco a poco y no entendía el motivo. Pero muy en el fondo, no le importaba. Sentía una gran sensación cada vez que hablaban, se veían, se sentían. Sentía una nueva felicidad que creía que no volvería a tener.
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(en cuanto pueda os devolveré los comentarios, 
estoy de vacaciones y la conexión de aquí va 
como le da la gana... gracias lectores!)

6 de diciembre de 2011

Perdiste tu oportunidad


¿Sabes que es lo peor de todo esto? Que desde nos conocemos no he hecho más que tragar mierda y más mierda. Que no he hecho más que dar la cara por ti, de hacerles creer que lo que dices es verdad. Que no he sido capaz de darme cuenta de las cosas. Que a pesar de todo, te he seguido creyendo. Dejé mi orgullo de lado y te perdoné. Mil veces. He aguantado que rompieses mi corazón y jugases conmigo. He soportado tener que verte con otra y cerrar la boca como si nada hubiera pasado. Borré nuestro pasado y cogí otro folio en blanco dispuesta a escribir un futuro lejos de mentiras. Entregué mis palabras, mi amor, mis ganas de sonreír a una persona que nunca se dio cuenta de lo GRANDE que era disponer de todo eso. Entregué a una persona una vida que siempre anhelará. Pero, ¿sabes qué? Que no me lamento ni me odio por haber dado mi vida a la persona equivocada. Porque amor tan sincero como el que he sentido hacia a ti, es de envidiar. Que aunque haya salido mal, he sentido un sentimiento demasiado perfecto. No te odio, no te guardo rencor. Tu existencia me da absolutamente igual. Así que, cuando me mires a los ojos, no te lamentes de mí. Laméntate de TI MISMO, por haber perdido la oportunidad de ser feliz. 


¡Gracias a Flooh por conceder a este blog su octavo premio!

2 de diciembre de 2011

De Step para Babi

Esta entrada es muy especial :) Con este relato gané mi primer concurso de literatura! Así que quiero compartirlo con vosotr@s, a ver si también os gusta tanto como a mí. Está basada en la historia de Step y Babi de 'Tres metros sobre el cielo', quien sepa de que va, entenderá esta carta! 

Querida Babi,
la verdad es que no sé cómo empezar porque ni siquiera sé si te haré llegar esta carta o quizás la tires directamente a la basura nada más ver el remitente. Pero necesito hacer el intento de que me escuches, intentar desahogarme aunque sea en líneas y que puedas entender mi situación. Aunque si te soy sincero, aún no entiendo por qué dejaste de luchar por nuestro amor.

Babi, no te puedes llegar a imaginar el infierno que estoy viviendo desde hace 6 meses. Son 6 meses sin poder dormir toda la noche de un tirón. Todas las noches solo estás tú en mis sueños, en aquel precioso castillo que por un día fue como nuestra casa. Aquel día que me permitiste hacerte mía. ¿Recuerdas lo felices que fuimos aquel día? En mi vida he experimentado tanta felicidad y creo que nunca podré volver a sentirme así.

Lo único que he hecho en todo estos meses ha sido levantarme de la cama para estar toda la mañana delante de tu portal. Ese portal en el que te he regalado miles de besos y caricias, en ese portal que después de un precioso día nos separaba, ese portal que tantas veces he saltado para subir a tu balcón. Te he visto salir muchas veces y quería acercarme a ti para poder abrazarte. Pero, ¿para qué? ¿Para volver a ver el odio en tus ojos?
Ocurrió el día que me armé de valor y decidí acercarme a ti. Llevaba varias semanas pensando en cómo actuar, que decirte, que pensar para no bloquearme. En mi vida he hecho algo parecido, nunca he ido detrás de nadie. Pero por ti, lo haría mil veces si hiciera falta. Estabas perfecta, como cada día. Dejaste de sonreír en cuanto te diste la vuelta y me viste acercarme a ti. Te aseguro que estaba nervioso, me temblaban las piernas. Estábamos cara a cara. Esa mirada no era la misma que me dedicaste durante meses, esa mirada te pedía que me alejase de ti. Eso fue lo que me impidió hablarte. Estaba completamente bloqueado, pero deseaba besarte y que me besaras. Pero no fue así. Te fuiste, sin decir una palabra. Y yo me quedé inmóvil, solo. Destrozado y roto por dentro.